El Casamiento

El Casamiento

Yacia ahi, insensato, imperdonable. El cuepo desnudo, vestido de culpas, con adentros de culpas, con culpas de culpas y con diablillos azules desparramandose como gotas de sudor amargo a lo largo de ella. Llovia afuera y no habia de parado de llover ya por varios dias, perdí la cuenta – era pesada la lluvia, con granizo. Harto estaba de la maldita lluvia. Como que alguien le hubiera pedido la visita. A ella le habia pedido que viniera, la llamé hace ya unas horas – tambien de esas perdi la cuenta. Rosaura me habia dejado desde finales de febrero.

Según el reloj ya son las seis; según él se perdio el dia en la vanagloria.

Me gusta mucho Rosaura, su cuerpo suave blanco, sus manos frias, su cabello largo y negro. Eso siempre me gustó – a ella no le gustaba ser friolenta pero a mi me encantaba tirarme junto a ella en la cama y encolcharnos, tomarla de las manos y calentarlas, con ese mismo calor que ella creaba en mi. Pero, como a ella no le gustaba solo en su apartamento nos juntabamos – el mio es muy frio. Ademas, del mio casi siempre salia corriendo, es que no era un apartamento, era un sotano, en una casa ajena. De que tenia su propia entrada y saldia la tenia, lo unico es que estaba pegada a la casa y como inquilino nunca me han querido aqui, bueno talvez al principio – pero no les gustaba la manera en la que gemia Rosaura. Y ella siempre salia corriendo. Me gustaba tambien la manera en que corria y como subia sus pies las grada de afuera. Bueno la cosa es que siempre me gustó Rosaura. Pero no importaba, a mi tambien me gustaba mas el apartamentyo de Rosaura que el mio propio. Me gustaban las paderes de madera de los cincuentas, el viejo reloj de pared con los muñequitos que dan vueltas cada hora, la alfombra vieja y ratosa, y el amueblado. El amueblado era glorioso: un sillon largo, de una madera vieja y brillante, dos sillones pequeños a cada lado del grande, y una mesa igual de grande, pero baja. Cuando Rosaura invitaba a sus amigas ahi jugabamos naipes, me gustaba sentarme al lado para que Rosaura se sentara en mis piernas. Siempre he sido romantico, y me gustaba besarla, pero ella a veces era medio arisca y no se dejaba querer, disque la fecha del mes, disque no se sentia bien, disque habia mucho frio. Eso si, no se por qué, me gustaba abrir las ventanas del apartamento ese, es que desde el veinte piso se ve bastante de la ciudad. Es un espectaculo, mas a esa hora de la tarde cuando nos juntabamos a cenar. Poco a poco se encendia cada luz de la ciudad. Una por aqui, otra por aca, un brillo, un resplandor, una se enciende y se apaga, y los anuncios de neon casi hipnotizantes, especialemente el que se veia al otro lado de la calle. La psiquica gitana. *SU FORTUNA.* “Servicios a domicilio” decia en cursiva abajo, en rojo. Ese rojo medio anaranjado que mentia. Y el aire se nos colaba cuando dejaba la ventana entre abierta, a veces a proposito, por que me gustaba más un poquito de frio. Todo esto se lo conte a ella, aun despues que me dejo. Nunca pude entender por que, yo siempre fui fiel. Nunca la hubiera engañado.

Ya esfugo otra hora por la ventana que deje abierta, hasta la lluvia se coló. Son las siete.

Y ahi yace todavia el cuerpo. Frio. Me le quiero tirar encima y abrazarlo, calentralo. Talvez herviria como me hervia la rabia cuando se fue Rosaura. Ya tres veces resonaron las doce campanitas amaneradas del reloj de pared – aun los muñequitos esos raros dando vueltas sin fin. Pero yaciendo ahi esta ella. Ella no da vueltas idiotas como los muñequitos, ya no da vueltas como nada o nadie. El anuncio de la gitana de afuera empiza a encenderse que el sol ahora cae. Gitana mentirosa. Creo que fue su culpa que se fuera Rosaura. La fuimos a ver los juntos en enero y nos dijo que nos ibamos a casar este año. Yo me llene de esperanza. Rosaura de miedo. Rosaura me dejo en febrero. La semana pasada pense en esto despues de pasar unos dias, pero no recuerdo cuantos – perdi la cuenta. Por eso llame a la gitana ayer,y ella vino. Y yo la mate para que no le diga mentiras a nadie mas.