El Cuerpo del Paciente y la Salvación Esmeralda
Los escalofríos hacían temblar la columna vertebral del cuerpo del paciente; la columna que con los rayos equis hacia obvia se presencia al ojo desnudo. Tendido en la cama, la sucia piel del cuerpo del paciente tuvo que ser lavada para evitar algún tipo de condición. ¿Quien lo hubiera pensado? ¿Quien lo hubiera sabido? Era molesto el olor. Cada vertebra se movía de lado a lado, el cuerpo del paciente temblaba y se movía de lado a lado, sus brazos cruzados, y sus manos casi muertas. Su negra cabellera en rollos descansaba en el piso excepto cuando convulsionaba de lado a lado. El blanco producto de su voz se estiraba a través de algunos pies al frente y sobre su propio cuerpo, se esparcía e inundaba el derredor. Y allí estaba ella, clavando sus puñales por la espalda. Su delgado dedo escarnecedor le buscaba. Donde estaba el producto? No tenia la incrustación de aquella preciada piedra. Y mientras tanto su mente volaba en el anteayer ciudadano de un rascacielos de confesiones y mentiras. Le conoció en alguna otra vida? Era en realidad el? tal vez era solamente su imaginación. Pero es que las raíces de la ambigüedad ya le habían ofuscado y el desagrado de su estado mas parecía lograr, parecía ganarle a las memorias deseadas, ella rechazaba el cuerpo del paciente con desagrado. Parecía que su derredor se unía en unisono con cada convulsión. Así, se hacia mas difícil el reconocerle o el querer recordarle. Un par de agrias gotas de lagrima circuncidaban su nariz y su pómulo mientras yacía ahí. El cuerpo del paciente le recordaba, ella no. Y es que el perderle le causo aquellas noches ebrias, mexicanas de tequila, de sufrimiento maldito. La perdición amarga el perder a la amada; los recuerdos que nunca vendrán, y sin embrago el embriago regresa con la llamada hambrienta de un vaso; de un corazón vació. Sin embargo las memorias regresan, suavemente deslizándose por la ruta del ayer, el tiempo en reversa y las luces como rayos equis, como rayos láser se insertan y le ofuscan la vista. Se vuelve borrosa, se desenvuelve, se borra. Y esa noche de pasión adormecida comienza a despertarse. El éxtasis revuelve su sangre y le regresa los recuerdos que le quito, su mente entra en lugares que alguien mas cerro. Se abrió su mente y viajan sus recuerdos, esta devuelta al tiempo desmedido. Que fue lo que paso? De repente, mientras el yace ahí. Los oídos de ella recuerdan un sonido, el pretérito sinatrense al cual bailaron aquella noche bajo la luna llena antes de vestirse en ella y presenciar su belleza. Ella fue su amante, mas de una noche gozaron el amor prohibido que tuvieron, pero fueron traicionados por el mismo cariño que tuvieron. Pero su amor romeo-julietesco no aguanto los tiros y el estirar, la bi-dirección de sus pasados, de sus futuros, de sus opuestos presentes. Mientras huían de esa estancia banal y descabezada, les apresaron. Ya presos y contritos, los fortuitos intentos de liberación fueron perdición. Las memorias de Esmeralda, memorias ya ocultas por 20 años resurgían muy lentamente; y por lo tanto con mas razón le quiso ayudar. Ya la situación había cambiado en el presente, pero eso no cambiaba el pasado. Ya su cabellera corta y su cuerpo limpio, la cirugía comenzaba. Era en el cuello, ahí estaba la enfermedad – el inserto de la piedra le quitaría la enfermedad, lo salvaría. La esmeralda le salvaría la vida como a tantos mas. Y el solo se recostaba inconsciente a donde le llevaran. Abierta, sangrienta, los blancos y rojos, duros y carnosos, huesos y músculos en el cuello ya estaban al aire libre, el desangramiento parecía nunca acabar y por la misma razón debían de mantenerle en su condición la menor cantidad posible. Claro ella era solo una enfermera, el doctor entraba ya. Su padre. Un escalofrió recorrió la espalda del cuerpo del paciente, el susto. La anestesia le fue subida, mas, necesitaba mas, que no se levante, que no se mueva! Y sin embargo sus ojos abiertos. Quien sabe que veía el? Quien sabe si veía algo ya, la enfermedad también se lleva tus ojos a veces. Entro el doctor. Otro escalofrió. La anestesia! Grita esmeralda. El doctor camina – el comienza a temblar. El doctor avanza hacia el – Esmeralda se asusta. Para le examina, ya esta listo para la operación. Examina las notas, no hay nombre. Se acerca a su cara, el desangrarte cuerpo del paciente no se mueve. El doctor examina sus pupilas y al instante en que le toca, convulsión. Convulsión. Convulsión. Convulsión. Convulsión. Donde esta la inyección? "Donde esta la inyección?" Grita esmeralda. El cuerpo del paciente en una convulsión cae al piso, cae sobre el doctor, quien bañado en el blanco sonido liquido de su voz deja de respirar, al mismo tiempo que el cuerpo del paciente. Maldito bisturí!
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Arno J Argueta